Antonio Calera
21/01/2024 - 12:05 am
Peso neto o verte morir
"¿Pensamos igual a cualquier palurdo que a quien nos provoque, nos rete a hablar de lo que somos y queremos, qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo? Ya cada uno dirá, pero eso es lo de menos".
Para el gran torero mexicano,
maestro triunfador del ser: Isaac Fonseca,
a Jacobo Hernández y equipo.
A Guillermo Edgar Rondero, Pepe Saborit: Tauromaquia mexicana.
A los amantes del arte, la poesía y la libertad.
David Silveti: in memoriam.
Aquí y ahora, de frente, un humano. Cualquiera. Un humano, es decir, un nosotros, ahí, arrojado a esta vida y que apenas crea entenderla morirá. Y si ese humano se hubiera decidido por la cosa llana del “naces-creces-te reproduces-mueres”, o bien al “resve”: no parar, día con día, de mover su mezcla y fraguarse como el arquitecto de su propio destino, tal humano u otro, alma, persona, espíritu, ciudadano, valen lo mismo. Porque a fin de cuentas (a vuelo de pájaro-ojo de buen cubero, a pie juntillas, de pé a pá haya leído su cartilla, sea de los que dicen o hacen), todos somos humanos, demasiado humanos, imperfectos por igual.
Pongamos, pues, que uno como cualquiera de nosotros (y entre gitanos leemos en nuestras manos, insisto, ninguno vale más que otro: valemos a ratos todo un Gulag y nada de Edén, luego cambiamos), que se sabe torpe y mortal y que ha decidido que serlo (y sí que le importa el zodiaco, el cómo le haya ido “en la feria-viña del señor”, el tamaño de sus tetas, casa, cuenta bancaria o nariz, es frívolo y clavado), un humano que sabe que no es cosa anclada a donde nació o se hizo (igual se haya construido a medias o como haya podido, le fue permitido, llegara tarde a su cita o ni quiso), que a veces siente que es como es por donde estudió, se enamoró, tuvo su primer trabajo o justo por no tenerlo, que intuya comenzó a nacer no en un lugar sino en un tiempo, por ejemplo cuando la hizo de clown, falsificó cheques, fue repartidor de pizzas, conejo promiscuo que abortó, policía, charlatán, sabio o imbécil que lo mismo robo que hizo dos carreras, un humano negro, blanco, verde o amarillo, le muevan vulvas o las pollas, rece a Dios o al Diablo según su güija de paranoias, predique con ejemplo de saltar al ruedo o mire al toro de la verdad sentadito en su barrera, de pronto diga: “¡Ya basta!”. “Se acabó”. Así de plano, así de claro, así de cristalino.
Qué pasaría si ese humano, si uno de nosotros, qué importa que modele ideas para su grey, ame a su plebe o dé el culo de diferentes maneras para adinerados o reyes (siempre a caballo entre el sexo de sus sesos y el corazón de su lengua, duro y baboso, valiente y temeroso, entre su paz vulgar o digna guerra, da igual), dijera que no es feliz, no quiere más vivir así. Que lo que quiere es vivir para renacer en paz y cantar. Cogerse a la vida por los cuernos o dejarse coger por ella. ¿No deberíamos verlo como un guía, superhombre, absoluto rockstar?
Porque ese humano es así, porque sabe que en este nuestro humano mundo se prohíbe la esclavitud de su verdad, y levanta cada mañana la casa del buscar, recibir, traficar ideas, hacernos de una voz entre todas y gracias a todas ellas, y sabe que a tal casa le llamamos "Cultura". En este mundo humano, todos nosotros, todos como cualquiera, nosotros todos los arrojados de pronto a la vida, vaya que llevamos un buen tiempo poniendo gracias a ellos, a esos humanos, ante el vacío, esa cara, la cara del hacer. A esa cara se le llama "glifos", "cumbias", "bistrot", "leyendas". O bien "caló", "penicilina", "Japón tu padre" y "China tu madre", "Plaza de la Computación" o "Copa UEFA". Se le llama "teatro", "códices", "policromado", "tacos de cabeza".
Esos humanos que saben eso, que la libertad no se creó para llegar de nuevo, abocardados y maquilladotes, cínicamente, a la mentira. Esos que saben que una cosa es hablar de triquiñuelas, ponerdecuatros, chingaderitas, y otra muy distinta que se caiga nuestra cara Cultura, esos humanos, ¿en verdad valen lo mismo o son la luz? ¿Pensamos igual a cualquier palurdo que a quien nos provoque, nos rete a hablar de lo que somos y queremos, qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo? Ya cada uno dirá, pero eso es lo de menos. Porque ese humano de luz no le importa lo que piensen tú o tu mamá. Ese humano sigue con lo suyo y no nos da largas, insiste. Te dice con una película: ¿Quieres, tienes con qué? ¿Para variar te-nos saldrás debiendo? Nos dice con una pintura: ¡Porque si quieres en verdad, si en verdad lo quisieras, sí que lo haces, sí que lo lograrías! ¡Así que deja de andar diciendo que no lo haces porque no puedes! Nos alienta ese humano con su solo ser así haga aerografito, de felón, padre ausente o suegro alcahuete, tortillas en su colonia, merengues. Te dice: Prohíbete los trabajos forzosos, los gratuitos o no pagados. ¡Es tu derecho, humano! ¡No te hagan, no te hagas, déjate de hacer pendejo! ¡No se puede restringir el derecho de tu expresión, impedir la comunicación y la circulación de tus ideas, vamos de tus meras opiniones! ¡Toda persona tiene derecho a creer y pensar libremente según sus ideas y convicciones! ¡Son estos Derechos del Hombre y ni los conoces!
Y ahí tú. Protestas frente al televisor, te la armas bien para zafarte, hacer como que te mueves, como que caminas, pero en realidad no mueves un dedo, no pasa nada ni bueno ni malo si no estás. Te dice con un capote el que torea sus miedos, ahí plantado jugándose la vida, y no pasándola viéndola pasar toda ella, como si fuera en Netflix: ¡Ve cómo hibernas, zozobras, te quedas varado en tu cama, callas, encallas, zozobras! ¡Eso es lo que sos! ¡Sos sobras! ¡NO OBRAS! ¿Para cuándo la noticia de que al fin ya has logrado congregarte contigo mismo? ¿Qué ya te hiciste libre, libre ya tu mente? ¿Cuándo te vas a poner a torear? Pero llaman y no contestas. Te dejas tú en visto.
Y por cierto: un torero de a de veras, no de esos toreros reyes de chocolate, chorros de cacahuate, ve por sí al ver por los de más. Sabe que un humano es como es, pero eso que es parte de todos. Viene de muchos y podría llamarse "Dios mismo multiplicado ese uno", o "Serendipia de almas", "Edén", "dos millones de millones de Soles que se ponen" y, eso sí, hic et nunc, la libre o joda, la cague o la rompa, se planta solo en su presente, y partirá así, solo y su alma, libremente hacia el futuro.
Lo acompañes o no. Y te invitó a la plaza a ti, a la de tu vida no a la suya porque el que copia pierde, te invitó con sus sendas faenas sin importar tú seas Liberache, o Liberace, como se escriba, Crowley, San Juan Perico de los Palotes Uy Qué Miedo o un, digamos, mero Don Nadie. Te preguntó una y mil veces si eras toro o torero de peso neto, si te ibas a arrimar a la pulpa de la poesía, o bien te quedarías ahí tranquilo en tu limbo, calladito para verte bonito, ahí solito verte morir.
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